miércoles, 11 de abril de 2012

PASCUA.

Holaaa Bloqueross!!!
Como ya sabeis, nos encontramos en Pascua, por esta razón, pensamos que es conveniente recordar esta festividad en el aula. Para ello, hemos pensado diferentes cuentos que pueden ayudar al niño/a a entender mejor el significado de la "Pascua". A continuación adjuntaremos los diversos cuentos:

- UN CUENTO DE PASCUA. 

Había una vez una familia de liebres de Pascua, el padre, la madre y los siete hijos. El padre y la madre liebre no sabían quién de sus hijos iba a ser ese año la liebre de Pascua. Entonces la madre liebre de Pascua cogió una cesta con siete huevos, y el padre liebre de Pascua llamó a sus siete hijos y dijo al mayor:
-Coge un huevo de la cesta y llévalo al jardín de la casa donde viven muchos niños.
El mayor cogió el huevo dorado y se fue con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, atravesó la pradera y llegó al jardín de la casa de los niños. Entonces quiso saltar por encima de la verja, dio un salto demasiado grande y el huevo se cayó y se rompió. Ésta no era la verdadera liebre de Pascua.
Le llegó el turno al segundo. Éste cogió el huevo plateado, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo y llegó a la pradera. Entonces le llamó la urraca:
-Dame tu huevo, dame tu huevo y te regalaré una moneda.
Y sin que la liebre se diera cuenta, ya se había llevado la urraca el huevo a su nido. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
Le tocó el turno al tercero. Éste escogió el huevo de chocolate, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, llegó a la pradera y justo entonces, llegó saltando de un pino alto una ardilla, puso grandes ojos y preguntó:
-¿Está rico?
-No lo sé, lo quiero llevar a los niños.
-¿Me dejas probar un poco?
La ardilla chupó un poco y, como le gustó tanto, siguió lamiendo, y la liebre lamió con ella hasta que todo el huevo había desaparecido. Cuando la tercera liebre llegó a casa, la madre liebre de Pascua le tiró de los pelos de su morrito que aún estaban llenos de chocolate y dijo:
-Tú tampoco eres la verdadera liebre de Pascua.
Ahora le llegó el turno al cuarto. El cuarto cogió el huevo con muchas manchitas. Con este huevo corrió a través del bosque. Cuando estaba cruzando el riachuelo se paró en medio y se vio en el riachuelo como en un espejo. Cuando se estaba mirando, ¡plaf!, se cayó el huevo al agua. Ésta tampoco era la liebre de Pascua.
Le llegó el turno al quinto. El quinto cogió el huevo amarillo. Con él corrió a través del bosque y antes de llegar al riachuelo se encontró con el zorro.
-Oye, vente conmigo a mi madriguera y enseña a mis hijos el huevo bonito.
Los zorritos empezaron a jugar con el huevo, se cayó encima de una piedra y se rompió. Rápidamente corrió la liebre a casa con las orejas gachas. Ella tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
Le llegó el turno al sexto. El sexto escogió el huevo rojo y con él corrió a través del bosque. Entonces se encontró en el camino con otra liebre. Puso su huevo en el camino y empezó a pelearse con la otra. Por fin, la otra liebre huyó y cuando la sexta liebre buscó su huevo, lo encontró hecho migas. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
Le tocó ya el turno a la séptima, la liebre más joven y pequeña. Ella cogió el huevo azul. Con el huevo azul atravesó el bosque. En el camino se encontró con otra liebre. La dejó pasar y siguió adelante. Entonces vino el zorro. La liebre dio un rodeo y llegó al riachuelo. Con unos saltos ligeros cruzó por encima del tronco. Vino la ardilla pero la liebrecita siguió adelante y llegó a la pradera. Cuando la urraca gritó, simplemente le contestó:
-¡Tengo que seguir!, ¡tengo que seguir!
Por fin, llegó al jardín de la casa. La puerta estaba cerrada. Ella dio un salto, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, y puso el huevo en el nido que le habían construido los niños. Ésta era la verdadera liebre de Pascua.


- UN TRAVIESO CONEJITO DE PASCUA.

Hoy era un día de inmensa felicidad en la Colonia Tovar. Era lunes de resurrección. Todos los niños estaban muy contentos porque sabía que llegaría el conejito. Gran parte de los niños ya habían hecho el nidito en un rincón de su humilde hogar para que el conejito les trajera sus tan deseados huevitos. Pero este pelusin, el conejito de pascua era un conejito de pascua muy travieso y un poco holgazán. Se había olvidado de pintar los huevitos, y estabas todos estos huevitos pálidos, tristes del color de la leche.
Su padre le decía: _ Pelusin, no seas tan holgazán, los niños te están esperando, todavía estas a tiempo de decorar los huevitos. No puedes esperar que se vaya el día. Piensa en esos pobres niños.

Al final a regañadientes, Pelusin puso manos a la obra. Pero como iba a decorarlos. Y se inspiro profundamente. No iba a pintarlos como los demás conejos. Siempre de los mismos colores: (azul, verde, rojo, naranja). Así que fue donde vivía su abuela, que hacia un rico chocolate, y le pidió ayuda. Juntos derritieron un rico chocolate. Tenia que ser una gran olla porque eran muchos huevos. Al mediodía ya todos los huevos estaban rodeados de un apetitoso chocolate, y además olían riquísimo. Pero Pelusin, que estaba más inspirado que Van Gogh, fue al bosque encantado, en donde se encontraban los más majestuosos colores.

Así que invento unas maravillosas mezclas, y pinto los huevos de unos colores increíbles. Eran de unos violeta magenta, dorados y plateados, azules como el cielo y muchos colores rojos como las moras y manzanas.

Pero Pelusin, que además era muy travieso se llevo su cesta cargada de huevos, pero no se los puso en los niditos. Se los escondió en los lugares más impredecibles en donde vivían los niños. Y así como vino, se fue al país de los conejos de Pascua. Eran ya las seis de la tarde y había sonado la última campanada de la iglesia. Pedrito iba todo desmoralizado a su casa hasta que se tropezó debajo de una mata de moras con un huevito muy peculiar. Era de unos esplendidos colores. Pedrito regó la voz por todo el pueblo, y ya cerca del anochecer todos los niños habían encontrado sus huevos de pascua. Pero les costo mucho descubrirlos. Porque nuestro simpático pelusin no se lo había hecho fácil. Y por eso dicen que en día de pascua los niños tienen que buscar muy detenidamente por toda su casa y jardín, porque si no lo hacen se quedan sin sus huevos de pascua. No es que ya no hagan los niditos, pero ahora es más divertido buscarlos, porque además los huevos de pelusin no son solo los más bellos sino también tienen un encantador y rico chocolate. Colorín colorado, este cuento ha terminado.


Otra actividad, que pueden llevar a cabo los niños/as de infantil en estas épocas, es la decoración de su aula con motivos pascueros. Para ello, adjuntaremos varios dibujos para colorear y posteriormente, recortar y colocar en el aula (ventanas, paredes, puertas, armarios...). Con esta actividad, los niños/as adquirirán diversas destrezas y conceptos básicos de esta festividad. 










 Un saludo.

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